Las leyendas mexicanas son anécdotas folclóricas de tradición oral que se transmiten de voz en voz, por lo que no cuentan con un autor específico. Se tratan de historias sobre sucesos naturales o sobrenaturales que nacieron en épocas y lugares reales, brindando así verosimilitud a los relatos.
Aquí encontraras las leyendas mas famosas que han surgido en el Estado de México:La isla de las muñecas
En el turístico canal de Xochimilco, en la ciudad de México, se encuentra un paraje totalmente cubierto por miles de muñecas. El dueño del área, Don Julián, las colocó en toda la isla para ahuyentar el espíritu de una niña, quien murió ahogada entre los lirios y le acechaba por las noches.
Con el tiempo el lugar atrajo a un gran número de visitantes, quienes llevaban a Don Julián más muñecas para su protección. Al envejecer, Don Julián contaba que una sirena del río lo visitaba desde hace tiempo para llevárselo. Cuando el hombre murió de un paro cardíaco, su cuerpo fue encontrado junto al agua.
La planchada
Hace tiempo, en el hospital Juárez de la Ciudad de México trabajaba Eulalia, una amable y paciente enfermera. Todos la reconocían por su buena actitud, sus cuidados y su ropa impecable y siempre bien planchada.
En el hospital se enamoró de un doctor, con quien prometió casarse; sin embargo, él nunca le dijo que ya estaba comprometido. Tras la decepción, Eulalia enfermó, descuidó a sus pacientes y finalmente murió.
Miles de dolientes de la ciudad han asegurado haber sido atendidos por la enfermera, quien ahora vaga por el hospital como alma en pena, cuidando de los pacientes que la necesiten.
La mano peluda
A principios del siglo XX, en la ciudad de Puebla abundaban los montes píos. Uno de ellos era manejado por el señor Horta, un hombre malvado, consumido por la avaricia, con anillos de oro y piedras preciosos en cada dedo. Al pasar frente a su local, la gente murmuraba "Ojalá que Dios te seque la mano". Un día de 1908, así pasó.
El señor Horta murió y su mano derecha se convirtió en una rígida masa negra. Los anillos se le encarnaron en los dedos y sobre el dorso, hasta los nudillos, le creció una espesa capa de pelo.
Desde entonces mucha gente ha visto la mano peluda del señor Horta salir de su tumba, desprendida del cuerpo, como una araña que ronda por los panteones, buscando en la oscuridad a su nueva víctima.
La puerta del infierno yucateco
Cerca de la carretera de Mérida a Motul, se encuentra la hacienda abandonada de Cholul. Los locales creen que en el lugar habitan espíritus malignos porque luego de las cinco de la tarde, la zona ya luce como si fuera de madrugada. Esta fama ha atraído a muchos grupos satánicos e incluso, durante un tiempo, los habitantes hacían guardia alrededor del cementerio, para evitar que se robaran los huesos.
Dicen que todo comenzó a finales del siglo XIX, cuando Juan y María, dos de los campesinos que ahí trabajaban, decidieron casarse. Una noche antes de la boda, antes de que el novio regresara, el capataz violó a la novia. Juan era un hombre noble, pero cuando escuchó la historia de su prometida, salió a buscar al capataz y lo mató de un machetazo en la cabeza.
Frente al cadáver de la víctima, Juan sintió una gran culpa y decidió colgarse ahí mismo, en casa del capataz. Cuando los padres del novio se enteraron del destino de su hijo, echaron una maldición sobre la hacienda.
Algunos dicen que ahí hay un portal al infierno porque sobre una de las puertas de la hacienda hay un arco pintado que dice "Bienvenido Satanás.
La llorona
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existió una mujer que, en un intento de vengarse del hombre que amaba, asesinó a sus hijos ahogándolos en un río. Inmediatamente después se arrepintió, y ante la culpa decidió suicidarse.
Desde entonces, vaga por las calles de distintas ciudades al caer la media noche (especialmente se aparece cerca de lugares donde hay agua), y repite sin cesar “¡Ay mis hijos!”. Por esto es conocida como “La Llorona”
Las raíces de esta mujer, y los motivos que la llevan a vengarse, varían de acuerdo con la versión. Así mismo hay quienes cuentan que se trata de una mujer que se aparece específicamente a hombres borrachos y a través del susto les castiga.
El callejón del beso
Esta leyenda, típica de la ciudad de Guanajuato, cuenta que un padre receloso habían separado a su hija Carmen de su enamorado. A tal punto le disgustaba el vínculo amoroso, que le prometió casarla con otro hombre, más rico y prestigioso, que vivía fuera de país. Antes de cumplir con ello, encerró a la hija en una de las típicas casas de la ciudad, que se caracterizan por encontrarse en alto y una muy cerca de la otra, divididas únicamente por un pequeño callejón.
Para fortuna de los enamorados, la ventana de la habitación de Carmen colindaba con la de una casa en venta, que fue rápidamente adquirida por el enamorado, como única solución para su reencuentro. Así los enamorados pudieron estar juntos nuevamente.
Pero, poco después, fueron descubiertos por el padre, quien presa de la furia, clavó una navaja en el pecho de su hija. Su amado solo pudo darle un beso de despedida. Desde entonces, este callejón ha sido bautizado como el callejón de beso, y es tradición para las parejas que lo atraviesan besarse ahí mismo.
El callejón del muerto
Había concluido su labor, pero enseguida se percató de que faltaba encender una, por lo que volvió justo antes de volver a casa. Murió misteriosamente y, desde entonces, dice la leyenda que su alma se aparece después de las 9 de la noche, para recorrer el callejón de las lámparas de aceite.
El nahual
Desde la época prehispánica, varios de los dioses que han formado parte de la cultura mexicana han tenido la facultad de cambiar de la forma humana a la de algún animal. Está facultad se trasladó después a brujos, brujas y chamanes, quienes adquieren las habilidades del animal en el que se transforman y lo utilizan en favor de la comunidad.
Así pues, dice la leyenda que los nahuales se aparecen constantemente a las personas, especialmente a la media noche y tomando la forma de animales comunes.
El callejón del diablo
Ubicado en la Ciudad de México, cuentan que en este callejón se aparece el mismísimo diablo. Un hombre escéptico decidió comprobar tal historia, con lo que se animó una noche a caminar por ahí. Se trataba de un lugar sombrío donde se encontraban algunos árboles.
Cuando no llevaba ni la mitad del camino se detuvo, ya que creyó haber visto una sombra detrás de un árbol. Enseguida continuó andando, y cuentan que la sombra se le acercó, tomando la forma de un hombre que reía intensamente. El hombre antes escéptico salió corriendo, pero comenzó a sentir que el suelo se hundía y le atrapaba con fuerza para impedir su huída.
No obstante, logró escapar y transmitir su encuentro con el diablo a quienes se encontró por el camino. En otras versiones se cuenta que la aparición fue hacia un hombre borracho y que, para evitarla, es necesario depositar diariamente joyas y ofrendas bajo el árbol donde se aparece.
El chupacabras
A mediados de la década de los 90, un grupo de campesinos mexicanos entró en pánico; en las noches una criatura extraña atacaba el ganado, succionándole la sangre de cabras y vacas por igual. Todos los animales contaban con las mismas características: una mordedura en el cuello.
El pánico fue tal que biólogos estadounidenses comenzaron una investigación al respecto. Concluyeron que no había especie animal que contara con las características del supuesto chupacabras y que probablemente se trataba de un coyote; sin embargo, existen cientos de fotografías y videos de la criatura extraña que aún no han podido ser explicados.
La fundación de Tenochtitlán
Aproximadamente durante el siglo VI, los pobladores de Aztlán –hoy al norte de México– abandonaron su tierra y comenzaron una enorme peregrinación encomendada por Huitzilopochtil, su deidad principal, en búsqueda de la tierra prometida.
Para saber que estaban en el lugar indicado, Huitzilopochtli les enviaría una señal: un águila real parada sobre un gran nopal devorando una serpiente. Al ver esta visión, los aztecas comenzaron la construcción de la gran ciudad que llevaría por nombre Tenochtitlán.
Tal como Huitzilopochtli había prometido, el área era bondadosa, pues su abundante agua les brindaba ventajas económicas e incluso militares. El Imperio azteca sería poderoso y dominaría gran parte de Mesoamérica.
En la actualidad, esta visión del águila sobre el nopal se encuentra plasmada en el escudo de la bandera de México.
El columpio del diablo.
Justo en la frontera entre Hidalgo y Querétaro se encuentra el pueblo de Tecozautla. En ese pueblo la gente procura no viajar de noche. De noche se escuchan, a lo lejos, los gritos de un hombre que agoniza. El único camino que da a la carretera pasa en medio de dos peñas, por un valle inundado de presencias malignas.
Hace muchos años un par de amigos decidió andar de noche por ese camino. Llegando a las peñas vieron que alguien se columpiaba entre ellas. Era un hombre muy delgado y de piel muy blanca, con cada vaivén que daba entre las peñas soltaba un alarido, pero tenía el rostro tenso en una sonrisa desencajada.
Antes de que pudieran huir, los dos amigos vieron que detrás del hombre se aparecía una figura negra, lo abrazaba. El cuerpo del hombre fue consumido en una rápida llamarada. Debajo del sitio donde se columpiaba, sólo quedó un montón de ceniza.
Algunos dicen que el hombre era un hacendado que hace muchos años hizo un trato con el Diablo. Satanás tomó su alma de inmediato, pero esperó hasta tener testigos para llevarse también su cuerpo.
Fuentes:
https://psicologiaymente.com/cultura/leyendas-mexicanas-cortas